Ser padre o madre de un deportista en formación es…

Artículo publicado el 28 de febrero de 2023

Artículo del entrenador ACB Piti Hurtado, en junio de 2022 publicado en la versión digital de  Gigantes.

Ser padre o madre de deportista en formación es ACOMPAÑAR en el disfrute, la progresión y la consecución de pequeños logros de quien es protagonista de la actividad. 

Ser madre de deportista es sentirse íntimamente orgullosa de lo que el niño hace con la convicción de que es su deporte, equipo y compañeros. Ser padre de deportista es querer que además lo pase bien, que esté bien atendido en entrenamientos por su club y entrenadores. 

Ser padre o madre de deportista no es ser responsable de los comportamientos de otros padres o madres vociferantes, maleducados o egoístas. La mayoría de los padres no dice nada a los árbitros, no piensa mal del entrenador ni dice a su hijo que tire y no pase. 

Ser padre de deportista en formación es no necesitar la conexión visual con el hijo mientras realiza su actividad. Y menos, buscar al descanso que se acerque a la grada para decirle algo… 

Ser madre de deportista es al terminar el partido tener el mismo humor sea cual sea el resultado, sea cual sea la actuación de tu hija. Para que sientan apoyo, la adherencia debe ser sólida, no puede temblar. 

Ser padre de deportista es aprovechar cuando se montan el coche para saber callar, saber poner música y cantar, saber reír o saber escuchar. No por meterles la charla. 

Ser madre de deportista es pedirle al club seriedad, con la mayor educación y firmeza. Cuando su entrenador carece y son otros los entrenadores. Los clubs no pueden parches sin comunicarse y después esperar silencio absoluto. Si los niños no van a pedir información, pues igual. 

Ser padre de deportista es confiar en unos docentes, pagar una cuota y pertenecer a un colectivo. Con obligaciones primero y derechos después. Y esto debe ser mirado como algo muy positivo. 

Ser madre de deportista es ir a ver a los partidos, pero también es no verlos y que te los cuente el deportista. Y así oírlos a través de las palabras. Y de la libertad haciendo su actividad libremente. 

Ser padre de deportista no es ser un aficionado aunque sean playoffs, aunque sea un partido competido. Aunque los padres rivales? creas que aprieten al árbitro. Mantener la dignidad es no dar voces a un partido de alevines. 

Ser padre o madre de deportista es saber el reglamento si opinarás sobre las decisiones arbitrales. Y si no lo sabemos, no pasa nada, entonces mejor escuchar y observar. 

Ser padre es pasarlo muy bien viendo un partido y las bonitas acciones del juego. Las propias, las de mi hija, la de las compañeras y las de las rivales. Existen muchas más acciones positivas. 

Ser madre es sonreír con comportamientos deportivos, con explicaciones de los árbitros a los jugadores, con la capacidad de superarse que tienen los jugadores, con los pequeños logros conseguidos aunque el marcador no tenga capacidad de iluminar cada pequeña victoria. 

Ser padre es no contar garbanzos en aplicaciones móviles que sólo contabilizan puntos. Ser padre es rebajar expectativas y felicitar sin aspavientos cuando las cosas han salido muy bien. 

Ser padre o madre es tener la obligación de proteger la privacidad y los derechos jurídicos del menor frente a los MMCC y RRSS. Sobre todo cuando la evolución deportiva es muy buena, pero sigue siendo sólo deporte y personas en formación para desarrollar su personalidad. 

Ser madre es tener empatía y sensibilidad con los compañeros de mi hijo, con quienes juegan menos es más sencillo. Con los que más juegan y parece que rinden mejor, también. 

Ser padre es tener empatía con tu hijo. Si no pasa o tira cuando tú crees que debe hacerlo es porque lo que está jugando es él. Y tú sólo eres su padre. Eres único y fundamental para él. 

Ser padre no puede tensionarse cada año con el entrenador de tu hijo. Ante la creencia de que profesores y entrenadores le tienen manía que prime una reflexión sobre lo importante que es no criticar a los docentes. Y menos en presencia de los niños. Tendrán excusa para todo, sobre todo para rendirse a cada entrenamiento o partido. 

Ser padre de jugador no es apoyarle en el cambio de club cada temporada al igual que no le cambian de colegio a menudo (¿o sí?). Es aconsejar que la amistad, la lealtad y la continuidad también pesan mucho. A veces, mucho más que los cantos de sirena. 

_{Fotografia: enfoquealafamilia.com}

Ser madre de jugador en formación es apoyarle cuando tiene un mal día y no ha metido ni un tiro libre. No siempre puede acertar en todo. Pues igual con el árbitro. 

Ser madre o padre de jugador en formación es no tener la obligación de pertenecer a ningún grupo de whattsapp. Las jugadoras se harán más responsables si se enteran de la información y la transmiten directamente. Y si alguien se lia un día, pues ya espabilará lo siguiente. 

 "Ser padre de deportista es aprovechar cuando se montan el coche para saber callar, saber poner música y cantar, para saber reír o saber escuchar. No para meterles la charla" 

Ser padre de un jugador en formación es tener una relación cordial y profesional con el entrenador y coordinador del club. Donde cada uno sepa su sitio, pero que para no pedir explicaciones no signifique que no tengan que darse. No confundir discreción con dejadez. 

Ser padre o madre de jugadora en formación es conseguir que mi hija esté motivada cuando la llaman a doblar pero que no la quememos entre todos. Hacer rachas de entrenamientos y partidos con 3 equipos y una selección en la misma temporada sólo favorece al sistema, pero quema al sujeto. Mi obligación es ayudar a tomar las decisiones que le mantengan como deportista hasta ser adulta. No sólo de los 11-14 años. 

Ser padre o madre de jugador es formación es vivir momentos mágicos, sentir felicidad por la cara de concentración, es callar por observar mejor, es reír por dentro y por fuera. Ser padre o madre que acompaña al jugador en formación es fundamental para que el deporte canterano tenga sentido.