Segundos de posesión. Una segunda etapa de grandes responsabilidades (CD Blackester / AE GramaJove)

Artículo publicado el 11 de octubre de 2022

Al volver del servicio militar bien, sería antes de terminar, ya que por suerte, tenía largos permisos para estar en casa, recibí la oferta de volver a entrenar, un cadete (¡cómo no!), a un club poco conocido, nacido de los colegios Joan XXII (actual CEIP Pallaresa) y del CP Numancia (actual IES Numancia) y que tuvo un pobre recorrido, como por desgracia otros clubs en la historia del baloncesto colomense. 

Este club se llamaba CD Blackester, un nombre curioso que se debía a su escudo, con la rosa de los vientos, y de ahí su color (Black, negro en inglés) y ester, de estrella, y unos colores de juego, camiseta amarilla y pantalón negro, que rendían homenaje a los años de gloria del CB Numancia.

Pues fue un mes de marzo cuando este cadete, inmerso en la categoría escolar debía jugar una eliminatoria de ida y vuelta, con un equipo badalonés, del que no recuerdo el nombre, la misma semana que los cogí para entrenar, el sábado y el domingo se jugaba. A priori, éramos el equipo en peor dinámica pero logramos ganar los dos partidos y pasar a la siguiente ronda. 

Aquella media temporada y la siguiente, donde seguí con el mismo equipo, ya en junior, la combiné con mi última temporada como jugador en el baloncesto federativo, con el sub 23 de la entidad, lo que ya le seguiría algunas temporadas en el baloncesto de ocio. En el club empezó a haber mal ambiente con los padres que gestionaban el club por parte de unos entrenadores con muchas ganas, no sólo el baloncesto, deporte principal, sino también algún equipo de voleibol y esto derivó al final de la temporada 1992- 1993 en una escisión en el club, ya que los entrenadores fuimos al no llegar a un acuerdo con los padres directivos, y éstos decidieron dar de baja el CD Blackester.

Parte de los jugadores tanto, de baloncesto como de voleibol, que se quedaron sin equipo, nos pidieron ayuda y de repente, los entrenadores nos reunimos en el bar Jairo, formando un nuevo club, al que se llamaría AE GramaJove, en honor al espíritu de sus fundadores, que no pasábamos de los 22 años. Como no, a mí me tocó gestionar el baloncesto. 

El primer año fue muy duro, sin demasiadas horas de pistas, entrenaría un cadete masculino, y obteniendo horarios de pista “de forma extraoficial” en el Institut Puig Castellar, gracias a acuerdos personales. Ese año, el equipo cadete, participando en una Liga Escolar que todavía había equipos para hacer una buena competición, fue altamente resolutivo y pocos partidos se perdieron (recuerdo uno en Canyadó, por la mínima), y fue realmente satisfactorio entrenar ese equipo.

Un momento de la temporada en el Nou Oliveres / Fotografía: AE GramaJove

Al final de temporada, dentro de la planificación deportiva, se creó un torneo que se llamó “Ciudad de Santa Coloma”, con la presencia de los 5 equipos cadetes escolares colomenses (UE Gaudí, CP Salvatella, CP Manent Rambla, CP Mercè Rodoreda y evidentemente AE GramaJove). El objetivo real era tener a todos los jugadores colomenses controlados en una misma competición, que por cierto perdimos la final ante la UE Gaudí, que sería el único partido que nos ganaría en dos temporadas, jugada en el Poliesportiu Nou, y que seguro sería el Karma el que haría justicia, pero tres jugadores se incorporaron por la siguiente temporada.

"No tengo palabras de agradecimiento suficientes para ese grupo humano, que me enseñaron mi gran máxima como entrenador, y es que los grupos humanos siempre consiguen resultados, sin ellos, no dejan de ser conjuntos de gente que no afrontan con garantías de manera colectiva un problema"

La segunda temporada, el club dio un salto exponencial, ya que, el baloncesto seguía siendo el deporte principal (ya éramos cuatro equipos), y el voleibol crecía y se unía el fútbol sala, ya que la entidad había firmado un convenio con el Ayuntamiento para gestionar las pistas “Nou Oliveres”, nombre que le di yo y que después se quedaría oficialmente, junto con otra entidad, EICE. Personalmente seguiría entrenando al cadete, ya en su segundo año, y si fue un lujo entrenar el primer año, el segundo ya fue espectacular. Aprendí mucho, especial a nivel táctico, ya que los jugadores lo pedían y tuve que formarme mucho y en aquella época no era fácil (no existía Internet, ¿no se lo cree verdad?, pues es cierto). La temporada a nivel de resultados fue buenísima, pero aprendí que creía en los ciclos, y que un entrenador debe ser responsable con los ciclos, especialmente entrenando categorías de formación, y pese a ser el “mandamás” del club, decidí no seguir entrenando a ese magnífico equipo, ya que consideraba no era beneficioso para ninguna de las dos partes.

La tercera temporada fue el final del AE GramaJove, pero esto ya lo dejamos para después y no lo olvidaremos porque tiene mucha relación con la historia. Mi intención era entrenar el sub 21 y así empecé pero de repente nos aparecieron dos seniors y realmente todos los factores: deportivos, estructurales y económicos, nos cuadrábamos pero quedaba un punto importante: no tenían entrenadores, así que me puse manos en la obra. Encontré uno para el senior “B” pero no para el senior “A”, así que decidí asumir el reto, el reto de entrenar por primera vez a un equipo senior, con 24 añitos, y encima, todos menos uno de los jugadores (un Gonzalo Fernández con 17 años) eran 4 o 5 años mayores que yo.

No tengo palabras de agradecimiento suficientes para ese grupo humano, que me enseñaron mi gran máxima como entrenador, y es que los grupos humanos siempre consiguen resultados, sin ellos, no dejan de ser conjuntos de gente que no afrontan con garantías de forma colectiva un problema. No puedo olvidar cómo me ayudaron en los errores de principado y las carencias obvias para entrenar a un equipo senior, y siempre me respetaron como “el entrenador del equipo”. Al final un Basket- average de 2 puntos no nos permitió jugar las fases de ascenso a la Segunda Catalana, que hubiera sido un colofón extraordinario para la temporada. Una experiencia que la recuerdo con una sonrisa en la cara.

Y eso tuvo un final que no queríamos pero que fue necesario. Las relaciones con el EICE, que trabajaba el multideporte, se degradaron hasta un límite increíble. El EICE veía cómo los chavales preferían la competición de baloncesto, voleibol o fútbol sala y no sólo entrenar todos los deportes y no pudo digerirlo y generó durante las dos últimas temporadas toda la tensión posible, tanto al día a día a las instalaciones como en el Instituto Municipal de Deportes. Y esto creó un enorme desgaste en la joven junta directiva de un club que creció mucho en tres años. Junto a la responsabilidad adquirida como club, hizo que los responsables empezaran a caer, en forma de dimisiones, hasta quedar 2 personas, y eso no llevó a otro lugar que “cerrar el tenderete”. Quiero recordarlo como una etapa con gran gente pero que puede que no era el momento de hacer todo lo que soñamos.

Tomé la situación de acomodar a las diferentes secciones de la siguiente manera: el fútbol sala se quedaría en el barrio, el voleibol se fusionaría con un club de Barcelona, y el baloncesto, mi baloncesto, cogió otro camino. 

Este camino sería una fusión con otra entidad de Santa Coloma, el CE Beeth-Fons. Unas duras negociaciones de cara a la siguiente temporada, donde mi único objetivo personal era ofrecer una salida a los integrantes de la sección de baloncesto de AE GramaJove, que lo quisieran, y que después de mensajes de “pressing” a través de la prensa por parte del responsable máximo del club del Barrio del Fondo, se llegó a un acuerdo.

Este acuerdo, que consistía en que todos los equipos de AE GramaJove menos el vinculado con el Colegio Luis Millet (Infantil masculino) se integrarían en la estructura del CE Beeth-Fons y mi persona, aparte de entrenar un sub 21 masculino, formaría parte del equipo de tres personas de la “Comisión Deportiva”, que decidirían a partes iguales la política deportiva del club, además de que se cambiaría el nombre del club por un nombre formado por ambas entidades. 

Comenzada la temporada, en octubre, nada de lo prometido sucedió y fiel a mis principios no quise ser partícipe de las promesas incumplidas. Una decepción sí, pero con mucha tranquilidad interior de haber podido dar continuidad a los máximos equipos de AE GramaJove y por no poner por delante los “anti -principios” de todo vale y sí los de los que yo creo que deberían regir el baloncesto. Y eso, 35 años lo seguí manteniendo.

David Parra


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