Segundos de posesión. La falta de libertad de un entrenador

Artículo publicado el 25 de marzo de 2022

Después de más de la mitad de mi vida dedicada a los banquillos, quiero recuperar el nombre de un blog que creé para plasmar mis ideas y sensaciones como entrenador pero, y no recuerdo el o los motivos/s, dejé de escribir en él. El nombre de aquel blog representará un momento que me atreví a expresarme sobre el baloncesto y ahora será la primera expresión en todas las reflexiones que haga a partir de ahora, en espera de que los entrenadores colomenses quieran seguir esta estela, dentro de esta página. 

El título del artículo, "La falta de libertad de un entrenador", se puede enfocar hacia muchos términos pero hoy y ahora, dejaremos caer a aquellos que son fundamentales, tanto por lo bueno como lo malo: los padres. Valga decir que, como todo en esta vida, una minoría es la que mancha el colectivo, y esta minoría es la responsable de este artículo, en espera de que pueda ayudar, a quien lo lea, a animarle a hacer una reflexión que le haga entender que es lo que hace y por qué lo hace.

Me gustaría enfocar el artículo hacia el baloncesto de formación, el baloncesto competitivo, "la élite", tira por otro camino, digno de otro y potente artículo. La figura del padre (madre) es esencial en la formación (evidentemente hablo en el baloncesto, todo el otro está fuera de toda duda), más de lo que conocemos y entendemos. Un correcto apoyo de los padres al esfuerzo del jugador y el propio apoyo al entrenador se convierte en un imparable crecimiento de su hijo, no tanto por ser el próximo Gasol pero si para definirlo como individuo y deportista de la mejor manera que el niño pueda / quiera saber llegar. 

Este apoyo, de esta minoría, se convierte en una manipulación dura y sin escrúpulos en donde primero está ante el “yo” del padre antes que el “él” de su hijo. Y aquí comienza la batalla y el increíble desgaste del hijo y del entrenador, porque sí, el entrenador tiene la obligación moral de trabajar con TODOS sus jugadores sea cual sea su nivel, tanto técnico, táctico o físico, ya más debe focalizar por delante del resto de aptitudes, el concepto emocional por obra y gracia del padre omnipotente. Sí, digo omnipotente porque éste es su perfil.

Fotografia: Eurosport

Un perfil de padre que no ha entrenado nunca, que puede si ni siquiera ha jugado a baloncesto, que no aparece en ningún entrenamiento y por tanto no tiene ni idea de ya no cómo trabaja el entrenador, sino que no sabe cómo vive el baloncesto su hijo, cómo se relaciona con sus compañeros, entrenadores y si se feliz o no viviendo el baloncesto. 

Este padre, que cuestiona las decisiones del entrenador de su hijo, no ya contento con hacerlo delante de su hijo sino que lo hace delante del resto de padres, sacaban pecho como macho Alfa y enredando a unos padres, que víctimas de carencia de personalidad o del típico “mi hijo debe ser el mejor”, se dejan llevar sin cuestionarse nada. Y eso lo transmiten a sus hijos: entrenador aquí tienes más trabajo del que te toca. Recuerdo una temporada, dirigiendo un equipo cadete que 6 ó 7 padres se presentaban en cada entrenamiento para hacer su juicio al entrenador, y terminado el juicio, calentaban la cabeza a los jugadores que se presentaban al siguiente entrenamiento con cara de decirme: ¿qué me estás contando si me han dicho otra cosa? Fue una temporada muy complicada pero tengo que agradecer a aquellos padres que me dieran la oportunidad de vivir aquella difícil situación como una manera de tener una gran experiencia y verdaderamente lo fue, porque se encaminó la situación con un final feliz que me enorgullece: los 6 jugadores "conflictivos" decidieron hacer el curso de entrenador a final de temporada por un motivo, lo hacían por mí.

Pero a veces no se puede reconducir la situación y perdemos jugadores por el camino, que no serán Doncics ni Lebrons, ni tal solo llegarán a jugar en Tercera Catalana pero si se les ha impedido decidir si quieren seguir disfrutando del baloncesto y a qué nivel. Y llegado a este punto, ¿qué es lo que pasa por la cabeza de los padres? Pues es todo tan sencillo que empezar por eso: 

El entrenador es un ser humano, una persona, que está invirtiendo su TIEMPO LIBRE en la educación y formación tanto deportiva como personal en su hijo, que se le compensa económicamente con una miseria. Sí, una miseria, que si fraccionamos lo que cobra un entrenador en el que invierte de tiempo, sale una media de 2 euros por hora, que no deben invertirse sólo en su hijo, sino en el 9, 10 o 12 jugadores restantes. ¿Dónde encuentras, padre del jugador, alguien que por lo que cobra esté por tu hijo? ¿Las clases de repaso, de idiomas, de refuerzo, etc , salen a 2 euros la hora?. ¿Verdad que no?.

Padre de jugador, como tienes la poca decencia de criticar a un entrenador cuando nunca has estado en una pista de baloncesto enseñando, si enseñando, que es de lo que se trata. ¿Cuánto cursos de entrenador has hecho y qué titulación tienes?, ¿y qué experiencia tienes para poder plantear un mano a mano filosófico con el entrenador de tu hijo? ¿Cómo puedes atacar la dignidad de un entrenador diciéndole quién debe jugar y qué decisiones debe tomar por el bien de los jugadores? He dicho jugadores, perdón quería decir a tu hijo. Por cierto, ¿has visto alguna que el entrenador cuestione tu profesionalidad en tu trabajo?.

Y es que la dignidad es de doble dirección, se tiene o no se tiene, y quien no la tiene cuestiona la de los demás, pero padre del jugador, ¿no eres consciente de que el máximo perjudicado es tu hijo? Los entrenadores venimos y marchamos y nuestro objetivo es dejar nuestra impronta en nuestros jugadores no en los padres y aquí remarco lo que siempre he mantenido “entreno para los niños no para los padres”, pero tu hijo se encontrará con sentimientos confusos contrarios al espíritu y objetivo del baloncesto, gracias a ti y a tu necesidad de control y a tu oportunismo y de querer ser el centro.

Me enamoran los padres que nunca dicen una palabra más alta que otra, que animan a su hijo y que en el fondo de sus conversaciones, la expresión que flota por el aire es “¿Te lo has pasado bien?”. ¿Es necesario que los niños tengan presión extra para disfrutar de algo que les gusta? y ¿es necesario que los entrenadores suframos un estrés generado por alguien que no respeta los valores de este maravilloso deporte?.

Padres, entended algo. Sólo una, el entrenador es el padre en pista de vuestros hijos, desautorizarlo es traicionar en lo que creen vuestros hijos. Creen en su entrenador, y su padre no, aquí tenemos un problema. Tended la mano al entrenador, cuando se gana y cuando se pierde, cuando se equivoca o cuando acierta. Sólo huid cuando el entrenador falta el respeto a vuestro hijo, sólo en el momento en que vuestro hijo ya no quiera volver a entrenar, no cuando el padre lo considere. Vigilad con esto. 

La libertad del entrenador comienza cuando le dejan trabajar, cuando no encuentra intromisiones, cuando al fin, nadie quiere ser el entrenador en la grada.

David Parra

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