Segundos de posesión. El descubrimiento de la esencia del baloncesto (APADA Sagrat Cor. 2001-2002)

Artículo publicado el 27 de enero de 2023 

Mi tercera temporada en APADA Sagrat Cor era bastante importante para mí, ya que el plan de trabajo previsto para tres años, como Director Técnico de la entidad, se estaba cumpliendo escrupulosamente y eso, aunque sea feo decirlo yo mismo, me enorgullecía personalmente. 

La filosofía de club ya estaba clara, el número de equipos no sólo se mantenía sino que crecían, los entrenadores estaban moldeados por esta filosofía y a pesar de que no se pudieran hacer las cosas bien al 100%, sabían que debían hacer, y la mayor de las respuestas a este trabajo con los entrenadores provenían de la gran satisfacción general de los padres hacia ellos. 

Viendo que todo iba bien encarrilado, decidí volver a los banquillos de donde siempre me ha apasionado, la formación, y aunque seguía entrenando aquella temporada el senior masculino en el CB Puigfred, de donde hablaré en el próximo artículo de la temporada bastante convulsa que fue, descubrí, lo que para mí, siempre ha sido la esencia del baloncesto. 

Y es que en el plan trienal de club previsto, añadí un punto más y era el expansión y aprovechamiento de la Escuela de Baloncesto. Cuando llegué a APADA Sagrat Cor, la Escuela de Baloncesto no tenía más de 10-12 niños, y aunque no estaba en las prioridades iniciales, conseguir el bienestar y la “paz social” en una entidad histórica en la ciudad era lo principal, a través de un criterio de trabajo y una política uniforme de ese mismo trabajo. Horas y horas invertí en seguir entrenamientos, partidos y charlas con los entrenadores, además de las relaciones públicas con los padres (básico por las coordinaciones, no se puede vivir de espaldas a los padres). No invertí horas para "controlar", sino para hacer entender a los entrenadores de cuál es la idea que se quería hacer, para ayudarles, orientarles y hacerles crecer como entrenadores dentro de un orden de club. 

Y el primer lugar donde tuve claro que debía entrenar era en la Escuela de Baloncesto, que creció por “desgaste” (las cosas se hacían bien, los padres tranquilos, y los hermanitos y hermanitas de los jugadores y jugadoras también querían empezar a jugar a baloncesto) y por tanto aposté por entrenadores jóvenes y muy ilusionados liderados por mí mismo como un entrenador más, imponiendo un trabajo específico de escuela, que tuve la oportunidad de conocer en mi “empapamiento” de conocimientos después de la etapa con AE GramaJove.  

Y ese planteamiento fue un éxito, no sólo por el plan de trabajo, sino por la implicación de los entrenadores. Entre esa temporada y la siguiente tuvimos las dos temporadas, 60 niños cada año, que debíamos repartir de forma rotatoria entre el gimnasio, la pista de baloncesto y el porche anexo a la pista, y en ningún momento, ningún entrenador se quejaría de las condiciones, y eso hizo crecer a la Escuela de Baloncesto. 

La Escuela de Baloncesto en uno de los encuentros de final de temporada 2001-2002 en el Pabellón Ausies March (Badalona) / Fotografía: APADA SCB 

Personalmente, descubrí el mundo real del baloncesto, la ilusión de los primeros chavales tocando una pelota, esa admiración hacia su entrenador, esa paciencia ilimitada y sobre todo, muchos recuerdos, todos buenos. Recuerdo un chiquillo, muy bajito, rubito, con la pelota que le tapaba la cara si se la ponía delante.... aquel chiquillo, entró por la puerta el primer día, y vino directo a mí me dijo: Soy Dídac ¿y tú?. De ese Dídac, me siento orgulloso por haber sido su primer entrenador, y por haber podido, como seguro de otros entrenadores que hicieron posteriormente, inculcarle la pasión por el baloncesto. Actualmente, aquel pitufo es un entrenador que ha sido campeón de Catalunya infantil y que en breve jugará su segunda Minicopa, como ya imaginaréis, es Dídac Arredondo. 

"Y el primer lugar donde tuve claro que debía entrenar era en la Escuela de Baloncesto, que crece por desgaste" (las cosas se hacían bien, los padres tranquilos, y los hermanitos y hermanitas de los jugadores y jugadoras también querían empezar a jugar a baloncesto) y por tanto aposté por entrenadores jóvenes y muy ilusionados liderados por mí mismo como un entrenador más, imponiendo un trabajo específico de escuela, que tuve la oportunidad de conocer en mi “empapamiento” de conocimientos después de la etapa con el AE GramaJove

Me llenó mucho aquella temporada con la Escola de Baloncesto. Fue una de las temporadas donde disfruté más de la enseñanza sobre una pista de baloncesto, sin necesidad de competir y sin tener que probarse cada fin semana, sólo era dar lo mejor de ti a aquellos niños y niñas en cada momento de los entrenamientos. De hecho, todavía guardo la postal de final de temporada que me regaló ese grupo. 

La temporada en APADA Sagrat Cor en la Dirección Técnica no tuvo ninguna complicación. Aparte del refuerzo en el trabajo en Escuelas de Baloncesto y los equipos continuaban dejando escalonadamente las competiciones escolares para marchar a la Federación Catalana, a pesar de que teníamos bastantes buenos resultados (aquella temporada el mini femenino fue campeón del CEBN y subcampeón de la UCEC, en la fase final jugada en Vilafranca del Penedès), y empecé una limpieza de cara de la entidad, con la creación del logo del baloncesto del APADA Sagrat Cor, conjuntamente con integrantes del AMPA, ya que era increíble que después de tantos años, no tuviera un logo representativo, salvo una mascota, que era un avestruz. 

Y a quien le sorprenda lo del avestruz no debería hacerlo ya que el primer equipo de la historia del Draft Gramenet estaba formado por ex-jugadoras del APADA (Dominicas en aquella época) y ex-jugadoras del colegio Sagrada Família, en Singuerlín, y alguna de las jugadoras sacaría la idea del avestruz del Draft del original de las Dominicas. Por último, ambas entidades históricas siempre se han retroalimentado a lo largo de las temporadas.  

APADA Sagrat Cor era un lugar especial y sobre todo para trabajar muy a gusto. En aquellos momentos era un auténtico paraíso para disfrutar del baloncesto y disfrutar de la dificultad que siempre tiene la gestión de un club. No podría decir lo mismo de la misma temporada en el CB Puigfred, pero eso, en la siguiente entrega. 

David Parra


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