La soledad del árbitro

Artículo publicado el 19 de abril de 2023 

Artículo publicado en la página web Tiempo Muerto por el exárbitro de la Federación Catalana, Ernesto Olvera, en noviembre de 2016. 

A usted: padre o madre, entrenador, jugador, aficionado… 

¿Sabe lo que es un árbitro de baloncesto? 

Un árbitro (en adelante utilizaré el género masculino teniendo en cuenta que la RAE acepta ambos géneros en el mismo término, por supuesto que incluimos también a las mujeres árbitros) es un amante de este bendito deporte que todos adoramos que, por cualquiera motivo (va a saber cuál) decidió disfrutar de una manera diferente a los demás. A cada uno le mueve una motivación distinta, pero todos tienen un mismo denominador común: el coraje. 

Podría decirse que los árbitros están hechos de otra pasta. Yo lo afirmo.   

Ser árbitro no es colgarse un silbato del cuello y salir a pista a canalizar las frustraciones con todos los integrantes de un partido. No. Ser árbitro es, entre otras cosas, tener valor suficiente, a pesar de saber que será el centro de todas las iras e insultos, saltar al centro de la pista e intentar hacer su función lo mejor posible, siendo conocedor desde el primer momento que cualquier decisión que tome, sea cual sea, nunca será la correcta y que por eso será el objetivo de todos los insultos, quejas y los más bajos de los desprecios. 

Todo comienza cuando se atreve a ir a su Federación a apuntarse al curso de árbitros. Una vez uno llega a su primera clase entra sólo pero al poco rato ha dejado de serlo. No existe la competencia, desde el primer día se crea un compañerismo incomparable con algo que nunca haya vivido, no hace falta proclamar ningún juramento, no hace falta mencionar ninguna palabra, todos quieren ser árbitros y se apoyarán mutuamente para que todos logren su objetivo: aprobar el curso y convertirse en árbitros. Se miran entre ellos y ven esto, compañeros. No hay enemigos, no hay rivalidades, saben que una vez salgan a pista estarán solos. Aquí comienza todo. 

Al menos en la Federación Catalana a la que tengo el honor de pertenecer desde hace unos 20 años, cuando después de semanas de clases teóricas y prácticas con entrenamientos en pista algunos consigan aprobar los diversos exámenes, podrán empezar a arbitrar los partidos de categorías más bajas . Normalmente las primeras jornadas se arbitran uno o dos partidos y desde hace unos años estos árbitros jóvenes van acompañados de un árbitro experimentado que ejerce de tutor, asesorándoles en estos inicios para que aprenda la parte administrativa y adquiera cierta facilidad hasta que pueda ir solo. Esto no siempre ha sido así. Quien escribe estas líneas en cuanto aprobó el examen le dieron un escudo, su primera designación ya correr. No había tutores, ni acompañantes, sólo padres gritando. Estos siempre están ahí, pero hablaremos después. 

Fotografia: FCBQ

Lo que todo el mundo debería saber es que ese árbitro joven e inexperto que le arbitra el sábado por la mañana y que se queda en la pista para hacer un segundo partido cuando usted se va a casa a disfrutar del merecido fin de semana, a él aún le quedarán un par de partidos más el sábado por la tarde y posiblemente otro par el domingo por la mañana. Se habrá levantado el sábado a las 7 de la mañana para llegar puntual a su primer partido, le tocará comer por el camino un bocadillo en el tren o autobús mientras se dirige a sus siguientes partidos y no volverá a casa seguramente hasta la hora de cenar. Y todo esto para cobrar una cantidad que si se lo propusieran a usted le parecería ridícula e insultante como mínimo. 

"Ser árbitro no es colgarse un silbato del cuello y salir a pista a canalizar las frustraciones con todos los integrantes de un partido. No. Ser árbitro es, entre otras cosas, tener valor suficiente, a pesar de saber que será el centro de todas las iras e insultos, saltar al centro de la pista e intentar hacer su función lo mejor posible, siendo conocedor desde el primer momento que cualquier decisión que tome, sea cual sea, nunca será la correcta y que por eso será el objetivo de todos los insultos, quejas y los más bajos de los desprecios" 

Seguramente no podrá salir con sus amigos el sábado por la noche porque el domingo por la mañana volverá a levantarse a la misma hora para volver a arbitrar, llegando a casa a la hora del almuerzo y con sólo la tarde del domingo para descansar, estudiar e intentar pasar tiempo con la familia, pareja y amistades. Como puede ver, muy diferente de lo que usted podría haber imaginado. 

Considero importante que esto se sepa porque aunque les pueda parecer insignificante, hacer esto un fin de semana tras otro, un mes tras otro desde septiembre hasta junio parando sólo una semana en Navidad y otra en Semana Santa, puedo asegurarles que es duro, muy duro. 

Dicen que todos los comienzos son duros, les aseguro que en el arbitraje lo son aún más duros. 

Si cuando empezó ese trabajo que era nuevo en su carrera le resultó difícil adaptarse a sus nuevas tareas, horarios, compañeros, imagínese lo mismo pero con una banda de hooligans desagradables sin ningún tipo de educación ni respeto llamando- le durante más de una hora y media, insultándole, ridiculizándolo, mofándose de usted y sin poder decir absolutamente nada, sin derecho a respuesta. Curiosamente los que hacen esto suelen ser los padres en las categorías de formación (minis, infantiles, cadetes…) cuyos hijos inicialmente no saben ni botar la pelota, algunos apenas en sus inicios llegan a tirar la pelota y que llegue en el aro, otros incluso la misma pelota de juego es mayor que el propio niño… pero eso no importa, esos padres que se juntan como hienas en las gradas, dándose calor unos a otros reptándose a ver quién es el que insulta o ridiculiza con más gracia, buscando las risas cómplices de los que están a su lado, sintiéndose a gusto porque aquí están a salvo, 15 o 20 adultos contra un adolescente que casualmente está indefenso, porque saben que desde de la pista no se puede ni siquiera girar para mirar a la grada. Ese joven podría ser su hijo. Piense por un momento que este árbitro tiene unos padres que deben soportar que auténticos catedráticos del baloncesto como usted insulten sin parar a su hijo, y lo que es peor, sin tener ni idea de lo que dicen. Estos padres, ustedes, en los que su educación, humanidad y sentido de la dignidad está ausente se busque por donde se busque son los primeros que exigen arbitrajes de calidad. A todos ustedes les digo “cuando su hijo juegue en la Liga Endesa les arbitrará Daniel Hierrezuelo. Mientras, le arbitrarán los árbitros que están en formación, como su hijo. Ambos están en formación, su hijo aprende a jugar al baloncesto y disfrutar del juego con sus compañeros y el árbitro aprende a arbitrar y disfrutar también del mismo deporte”. Tómeselo con calma, habitualmente su hijo no es tan bueno como usted cree o quiere creer. 

Esto último es aplicable a estos muchos entrenadores que se sienten capaces de discutir cualquier decisión arbitral, o aquellos jugadores que por el mero hecho de llevar x años jugando a baloncesto ya se consideran conocedores del reglamento y con el derecho a malhablar. No, desde el conocimiento de las reglas y desde la experiencia me atrevo a decirles que mientras no tenga el coraje suficiente para meterse a arbitrar en una pista durante un partido de competición NUNCA sabréis lo que es arbitrar y NUNCA debería sentirse por encima de alguien que, muy seguramente, sepa más que vosotros de reglamento y arbitraje. Un pequeño apunte, ¿cómo le sentaría a usted que un árbitro le dijera cómo debe entrenar a su equipo o que le diga a usted cómo debe lanzar a canasta? Si usted dice a un árbitro cómo debe arbitrar, al menos tenga la decencia de estar seguro de saber de lo que está hablando. 

Por supuesto, si ustedes consideran que son capaces de hacerlo mejor que este árbitro que le ha tocado, le invito a que se acerquen a su federación y se apunten al próximo curso de árbitros. Es más, los retos que hagan el examen de reglamento antes de empezar el curso. Si son capaces de acertar la mitad de las preguntas ya me daré por satisfecho, pero permítanme que lo dude, seguramente ustedes ni siquiera sepan de qué color es la portada del reglamento.  

En el caso del padre probablemente ni siquiera sepa que hay más de un reglamento, es más, seguramente ni le guste el baloncesto y verá al hijo para acompañarle, por obligación, porque a usted lo que menos les importa es que su hijo disfruta. No es consciente de que está humillando a su hijo, que le está dando un ejemplo pésimo de educación y que, en muchos casos como el suyo, al niño se le quitan las ganas de jugar. 

Como árbitro he vivido situaciones en las que el niño ha acabado llorando en medio de un partido ocultándose las lágrimas para que el padre/madre no lo vea, porque lo que le espera después sería aún peor. Usted, enfrascado en su ansia por dejar claro al árbitro su descontento con sus decisiones ni siquiera se da cuenta del ridículo que está haciendo. No le pido que cese en su actitud por el bien del árbitro (sería mucho pedir a alguien con tan poco corazón) le pido que lo haga por el bien de su hijo. Está en etapa de crecimiento, es una persona en formación, lo que usted haga seguramente sirva a él de base en su educación. Usted es importante para él, es su padre, es su madre, es el ejemplo a seguir. Quizá no sea consciente de lo importante que es, seguramente no se haya llegado a plantear la inmensidad de lo que supone ser padre. Le puedo asegurar que su hijo evolucionará como persona y lo tomará a usted como ejemplo, en cuyas manos está si quiere ser su ejemplo a seguir o por el contrario, usted quiere convertirse en el ejemplo de lo que su hijo nunca querrá ser. . 


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